Menú Cerrar

Los autónomos cumplen tres décadas volviéndose un 40% más pobres que los asalariados al jubilarse

España no es país para autónomos, y si hay un dato que lo deja claro es la expectativa que les espera al alcanzar el momento de su retiro. En diciembre de 2023, la pensión contributiva de jubilación de un afiliado al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) se situó en 918,18 euros de media, un máximo de la serie histórica que se inicia en 1981 tras incrementarse en 9,49% en el último año. Pero sigue quedando más de un 40% por debajo de la de los asalariados afilados al Régimen General. Una brecha que se alcanzó hace tres décadas y pese a la mejoría del último año aún no se ha logrado reducir.

Esta evolución se explica por los bajos ingresos de un colectivo que, aunque numeroso para los estándares de la Unión Europea, se ha quedado estancado en los niveles previos a la crisis financiera. Lo que responde a unas bajas expectativas de negocio, que se convierten en causa directa de su menor protección a la hora de jubilarse.

Y eso que el año 2023 fue positivo para los pensionistas, al menos en lo que refiere a la cuantía de sus prestaciones, con el mayor repunte en sus nóminas desde 1991. Además, la de los autónomos creció en términos proporcionales más que la de los trabajadores por cuenta ajena, que se incrementó en un 9,02%.

La nómina de los emprendedores jubilados lleva desde 2018 subiendo más que la de los que trabajan con contrato, algo que puede responder a una mejora de la actividad tras la crisis financiera o a que se jubilan emprendedores que acumulan mejores carreras de cotización. Pero el excepcional repunte de 2023 responde ante todo a la subida del 8,5% de las pensiones en 2023.

Pero al trasladar esta variación del 9,49% a euros nos encontramos una cantidad de 79,5 euros, mientras que en los asalariados el incremento es de 125,9 euros. Esta desigualdad hace que, pese a la mejoría, la brecha se mantenga por encima de un umbral que no ha logrado bajar desde julio de 1993. Aunque se sitúa muy lejos del 45% que llegó a alcanzar en la crisis financiera, la cuestión es cuándo logrará romper este tope para empezar a igualar ambos tipos de trabajadores.

La incógnita de los ingresos reales

Porque el pasado año también trajo un cambio en el sistema de cotización de los autónomos, que pasa a estimarse sobre los ingresos reales, calculada en diversos tramos. Pero el sistema se irá desplegando progresivamente hasta 2032. En 2024, por ejemplo, supondrá que los trabajadores por cuenta propia pagarán a la Seguridad Social unas cuotas mensuales que oscilarán desde los 225 a los 530 euros, dependiendo de sus rendimientos netos.

Antes, los autónomos tenían libertad para elegir la base de cotización, con lo cual la mayoría acaban optando por la mínima. Esto se traducía en un ahorro de costes pero que acababa lastrando sus pensiones. Corregir este sistema para mejorar la protección futura sin lastrar los negocios actuales ha sido una demanda histórica del colectivo.

El plan presentado por el ex ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá y continuado por sus sucesora Elma Saiz fue recibido de manera desigual por las organizaciones de trabajadores autónomos, aunque su efecto en las pensiones no se percibirá de inmediato, debido a su implantación progresiva.

En ese sentido, la reducción de la brecha se puede explicar, al igual que ha ocurrido con los salarios, no solo porque el Gobierno ha decretado una importante subida de las pensiones (aunque se ha reducido al 3,8% en 2024), sino porque se retiran trabajadores que han obtenido mayores ingresos y cotizaciones acumuladas. Aunque en términos reales estas ganancias se vean históricamente muy matizadas por la inflación. La duda es hasta cuándo esta evolución será sostenible.

España cerró 2023 con 16.368.040 afiliados medios en el Régimen General (excluyendo los sistemas especiales agrario y empleadas del hogar por cuenta ajena) y 3.344.369 al de los autónomos. Pero mientras los primeros han crecido en 545.503 y alcanzan su máximo de la serie histórica los segundos han solo lo han hecho en 15.966 y siguen por debajo de los máximos anotados en 2008. Esto apunta a un estancamiento de los autónomos que casa mal con el discurso que destaca su papel en el tejido productivo español.

Un peso que es real, pero que hay que contextualizar. Según los datos de Eurostat, el 14% de los trabajadores españoles lo son por cuenta ajena, un porcentaje que supera la media europea y dobla el de Alemania o Francia. España ocupa el octavo puesto entre los países europeos, pero esto no es necesariamente positivo si tenemos en cuenta que el ranking lo lideran Gracia e Italia, Polonia, República Checa o Malta: países que superan una tasa de economía sumergida del 20%, según un reciente informe del parlamento europeo que señala claramente al autoempleo como una de las vías de fraude laboral.

Aunque también figuran Países Bajos o Estonia, que tienen una tasa inferior a la de España, que se sitúa en el 15,7%. Esto apunta a que los autónomos no se pueden considerar un foco de economía sumergida, como sucede en países como Grecia. Pero su situación deja de ser idílica por sus escasa expectativas de crecimiento. Lo que se traduce en un reducido potencial para crear empleo.

Solo el 32% de los autónomos españoles tiene asalariados a su cargo, un 32,7% un porcentaje que queda por debajo de la media europea, del 34,3%. En Alemania alcanza el 49,9% y en Francia el 39,14%. En Italia se sitúa en el 30,26% y en Grecia en el 27,6%. Esto nos acerca en los que la atomización del tejido emprendedor reduce su aportación real a la economía del país.

Además, aunque el emprendimiento se asocia con la juventud, el 45% de los autónomos tiene más de 50 años. Un porcentaje elevado i bien situado en la media europea. Pero solo el 36% de ellos tienen trabajadores a su cargo, 15 puntos menos que en Alemania y cinco puntos menos que en Francia, aunque rebajas levemente a Italia, donde este porcentaje llega al 34%. Otro dato que apunta a que el tejido emprendedor español sigue lejos de poder competir con las grandes economías líderes europea.

En un escenario en el que los costes tributarios de emprender y la incertidumbre ante la marcha de la economía en un país tan expuesto en los últimos años a los vaivenes legales y fiscales explican que muchas personas opten por un empleo por cuenta ajena. Los que se arriesgan con el empleo autónomos, muchas veces lo hacen son ingresos de subsistencia, inferiores a los salarios de los contratados, y sin expectativas de crecimiento para sus negocios. Lo que repercute en una jubilación mucho más pobre que la del resto, por mucho que se ajusten sus cotizaciones.

Fuente Original: El Economista

Contactar ahora