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Las trampas del mercado laboral que hacen inviable el plan de Escrivá para las pensiones

El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, ultima una reforma con la que promete garantizar la sostenibilidad de las pensionesactuando sobre la recaudación. Pero para que esto se cumpla el mercado laboral necesita evolucionar en una dirección que, a día de hoy, parece inviable para el país con la mayor tasa de paro de la UE.

La cuestión del futuro de la Seguridad Social se plantea por lo general como un ajuste contable: cuánto se recauda vía cotizaciones y cuánto se gasta en prestaciones. El objetivo es lograr un equilibrio entre ambos y, a partir de ahí, generar un superávit que permita nutrir el famoso Fondo de Reserva, la ‘hucha de pensiones’ que Escrivá pretende rescatar con el denominado Mecanismo de Equidad intergeneracional (MEI). 

La idea es lograrlo, además, con un incremento anual de las pensiones por IPC y sin ajustar el coste, más allá de la opción de elevar el periodo de cómputo de los 25 a los 29 años, pero pudiendo descartar los dos peores de la vida laboral. Es decir, un total de 27 años. Para ello, no se carga el incremento de la cotización en las empresas y en los sueldos más altos.

La mayoría de expertos en pensiones de organismos públicos y privados han puesto sobre la mesa las inconsistencias de estas medidas y el efecto no solo insuficiente para cumplir los objetivos, sino contraproducente para reactivar el mercado laboral, según ha informado elEconomista.es. Pero, como se suele decir en estos casos, el papel lo aguanta todo y el Gobierno maneja un escenario no solo presupuestario sino macroeconómico a medida de sus políticas. 

Un escenario que augura que España habrá logrado en 2050 una tasa de paro del 7%, un gasto en pensiones casi un 50% superior al actual, pese a la caída de la demografía que compensará la inmigración –a la vez que la falta de mano de obra–. todo ello con unos avances tecnológicos que permitirán un impulso tal a la productividad y los salarios que el Gobierno ya empieza a realizar estudios para implantar la jornada semanal de 4 días

Así constaba en documento Fundamentos y Propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo, elaborado por la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia del País, controlado directamente por la presidencia de Pedro Sánchez, que lo presentó ahora hace casi dos años sin que se haya retractado de su contenido. Aunque las circunstancias y la reformas, como la laboral y la de pensiones, hayan modificado algunas ideas, las líneas generales siguen siendo las mismas, como el propio Escrivá ha recordado insistentemente. La pregunta es: ¿es viable este optimismo demográfico y laboral? 

Una fuerza laboral sin relevo

Cuando en el debate sobre las pensiones se habla de demografía, el foco se pone habitualmente en la temida «jubilación del Baby Boom», que está a punto de disparar el número de jubilados con nóminas más elevadas. Pero no se habla tanto de la situación de los trabajadores que tendrán que cotizar para pagar esas prestaciones. 

Y aquí encontramos el primer problema: España es uno de los países que más verá reducida su población entre 25 y 54 años hasta 2050, según las estimaciones del Banco Mundial. hablamos del grupo de edad considerado más estable en términos de cotización y que garantizan el grueso de la recaudación en un sistema contributivo y de reparto como el nuestro.

Aunque en el resto de edades también disminuye, y aún más rápido. Según el Banco Mundial, la población entre 15 y 64 años caerá un 7,7% en España hasta 2036, frente al 7,2% de Alemania o el 3,8% de Francia, el 3,3% de Reino Unidos o el 3,2% de Estados Unidos. 

En una línea similar, el último Observatorio Trimestral del Empleo de Fedea y BBVA Research, apunta que el descenso de los nacimientos durante la crisis de finales de los 70 y los 80 está reduciendo la población de mediana edad, a la vez que los ‘baby boomers’ están comenzando a llegar a su edad de jubilación. 

Estos cambios demográficos han sido solo parcialmente compensados por la inmigración y están teniendo ya efectos perceptibles en el mercado de trabajo que afectan a la actividad, el empleo y las horas de trabajo, ya que los trabajadores de más edad tienden a reducir su jornada y aumentar el absentismo, según Fedea.

Pero el problema no es solo la edad, sino la cualificación de los trabajadores. El mismo informe habla de la «disimilitud» entre el tipo de ocupaciones que dejaron las personas que se jubilaron en la última década y aquellas en las que trabajan los jóvenes en la actualidad

«Las 100 primeras ocupaciones según la ratio entre jubilados y jóvenes sumaron un 80% de las personas jubiladas y emplean en la actualidad a un 40% de los jóvenes ocupados. En las 69 ocupaciones restantes, se jubiló un 20% y emplean en la actualidad a un 60% de los jóvenes ocupados«, recoge el análisis elaborado por el investigador Florentino Felgueroso.  

Así, las comunidades autónomas más envejecidas han experimentado menores tasas de crecimiento del empleo durante la última fase expansiva y en la actualidad emplean menos jóvenes que el número de personas jubiladas en la última década para varios niveles educativos. 

El disputado peso de la inmigración

¿Puede compensar la inmigración esta tendencia? Lo cierto es que los inmigrantes llegados en la primera década de 2000 tuvieron un efecto beneficioso no solo en las cotizaciones, sino en la natalidad. Sus hijos han permitido que entre 2019 y 2022, se «frene por primera vez en lustros» la caída registrada entre los jóvenes que se incorpora al mercado de trabajo, según Felgueroso. 

Pero el problema es que la población migrante es mucho más permeable a la situación económica y tiene mucha más facilidad para desplazarse a otros países. Esto sumado a la competencia por captar mano de obra foránea de economías como la alemana, con más vacante que desempleados (una situación que se sitúa en las antípodas de España) lo que hace que el atractivo de nuestro país sea aún menor.  

A ello se suma que la mayoría de los inmigrantes son colocados en ocupaciones elementales con salarios muy bajos, Según las estadísticas de bases de cotización de la Seguridad Social, los 1.718.092 extranjeros afiliados al Régimen General reciben una  retribución un 20% inferior a la de la media de los nacionales.Para grupos de extracomunitarios tan relevantes como los marroquíes o los colombianos, la diferencia super el 30%.  

El debate de la inmigración ha cobrado en los últimos días tras las declaraciones del líder de UGT, Pepe Álvarez, rechazando la contratación en origen en sectores como la construcción y proponiendo en cambio recalificar a los parados españoles y sancionar a los que rechacen empleos. 

Pero el 55% de los parados tiene más de 45 años y el paro de larga duración se concentra en los mayores de 50 años: edades en trabajos de peones agrarios y de la construcción no se ajustan a lo que se considera «ofertas adecuadas de empleo».  

IA: ¿productividad o precariedad?

La tercera clave es la innovación tecnológica. Aunque el impacto de la digitalización y automatización es difícil de estimar debido al propio ritmo de evolución tecnológica, los datos actuales no invitan al optimismo

Según un reciente informe de la OCDE, uno de cada diez españoles está en riesgo de perder su empleo por la Inteligencia artificial. Aunque el riesgo se concentra entre los trabajadores con menor nivel educativo, también tiene un porcentaje inusitadamente alto en relación a otros países europeos de trabajadores con formación superior en peligro.  

Sin embargo, la mayor ‘amenaza’ para las pensiones no está en la destrucción de empleo como en la caída de los salarios que puede provoca en sectores que nunca se habían considerado amenazados por la automatización. Aunque la clave es la adaptación de las competencias a nuevos escenarios, no son pocas las voces que advierten que esto agravará la polarización del empleo. Es decir, que la evolución del mercado se concentre en dos extremos

Por un lado, aquellos más cualificados cuyas funciones no pueden sustituirse ni automatizarse (o que pueden aprovechar las nuevas herramientas para realizar su trabajo), que recibirán mejores salarios. Por el de otro, aquellos empleos que no resulta rentable sustituir por máquinas costosas, como mozos de almacén, repartidores, camareros o incluso peones agrarios o industria.  

Aunque la irrupción de la nueva inteligencia artificial hace impredecible el desarrollo hasta 2050, la evolución tecnológica en las últimas décadas ha propiciado esta evolución, como demostró un estudio de Raquel Sebastián y Juan Gabriel Rodríguez elaborado para la Fundación Cotec, en el que concluía que el crecimiento del empleo en las últimas dos décadas se concentró en ambos grupos salariales, mientras la franja media se redujo.  

La cuestión es que los trabajadores mejor remunerados son menos que los peor pagados. Es la consecuencia de un país con un modelo productivo que se sostiene en sectores de escaso valor añadido y baja productividad sobre PIB por trabajador, en el que históricamente se ha optado por competir vía salarios.  

Esta estrategia ya no es sostenible, pero si no se diseña una política económica y laboral que fomente la modernización adecuada la tecnología se convertirá en un factor añadido que fomentaría la desigualdad en un país como España que ya registra la mayor tasa de trabajadores en riesgo de pobreza de la Unión Europea.  

En este escenario, incrementar precisamente las cotizaciones sociales a los trabajadores con mejores salarios no sirve para nada si los trabajadores sobre los que se estima esa recaudación se derivan a la franja baja salarial. 

Incluso puede tener un efecto contraproducente y agravar este efecto, al desincentivar la contratación de los perfiles más necesarios y cualificados para afrontar una transformación digital. Y merma la capacidad de competir de España con otros mercados laborales por el talento mejor retribuido.

Una situación que políticas como la reforma laboral, la subida del SMI o, ahora, la de pensiones, no están contribuyendo a remediar en los próximos 17 años.

Fuente Original: El Economista

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