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El SMI sube un 65% y la productividad de la pyme cae un 3,6% desde 2016, según Cepyme

La patronal de las pymes, Cepyme, ha publicado su propio análisis sobre el impacto de la subida del salario mínimo durante los últimos años. Su comparativa se centra en el comportamiento paralelo de dos variables esenciales para medir la marcha de una empresa: el SMI ha subido un 64,8% (desde los 655 euros mensuales en 14 pagas a 1.080 euros en 2023) y la productividad de las pequeñas y medianas compañías ha bajado un 3,6% al recoger datos desde 2016.

«Las últimas subidas del SMI no se ajustan al contexto empresarial, en el que no hay ganancias de productividad y resulta especialmente gravoso para las pequeñas empresas», explican desde Cepyme sobre el incremento de costes laborales. La última mejora del salario mínimo, que sube un 8%, supone 80 euros extra para el trabajador, mientras que para el empleador supone un esfuerzo por los costes laborales mensuales algo superior a 110 euros, hasta 1.485 euros este 2023.

Por ello, Cepyme considera que la subida del SMI «rompe el principio de vinculación de las alzas salariales a la evolución de la productividad que marca el Estatuto de los Trabajadores», lo que perjudicará la situación de las pymes españolas.

Desde la visión de los empresarios, la mejora salarial en la tabla baja reportará incrementos correspondientes a otros rangos por antigüedad, cargo o responsabilidad: es decir, que el SMI producirá un efecto arrastre en otras nóminas de las compañías

En este sentido, argumenta que en sectores como la hostelería, el SMI supera el sueldo del 95% de los trabajadores. «Esa intervención se refleja también en el hecho de que la subida se impone sobre la voluntad pactada en los convenios colectivos y en que limita la autonomía del empresario para fijar las remuneraciones en función del entorno económico al que se enfrenta», explica.

Piden al Gobierno que «deje de subir costes» 

A su vez, Cepyme advierte de que el alza del SMI supone también para el empresario «una fuerte subida de cotizaciones» a la Seguridad Social, en total del 28,37%, incluyendo otras novedades, como el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI).

Cepyme señala que también hay que tener en cuenta que en las Cuentas del Estado para 2023 se han incluido subidas de tipos y de bases de cotización, como el sobrecoste del 0,6% del MEI, la subida de las bases máximas en un 8,6%, y el repunte de las mínimas, cuyo incremento se determina con la subida del SMI.

«Pedimos poner fin a las incesantes subidas de cotizaciones que se han producido en los últimos años y que se suman a las aprobadas para 2023. En los últimos cinco años, el Gobierno ha elevado las bases mínimas de cotización en más del 47% y las bases máximas cerca de un 20%», ha criticado Cepyme, que ha añadido que son las empresas de hasta 50 trabajadores las que más sufren este aumento.

El 70% del salario medio de la pyme 

La organización empresarial asegura además que el nuevo SMI de 1.080 euros mensuales se sitúa en el 70,7% del sueldo medio de la pyme española, «muy por encima del objetivo de la Carta Social Europea» de que represente el 60% del salario medio.

En concreto, apunta que las pymes pagan una retribución media de 1.517 euros, inferior al sueldo promedio global, que se sitúa en el entorno de los 1.800 euros mensuales. «Esta tesitura se agrava en el caso de las pymes y microempresas de la llamada España vaciada, ya que para ellas competir vía costes es, en la mayoría de los casos, su único salvavidas», avisa.

Por último, Cepyme también alerta de que el aumento del salario mínimo «no es neutral para el mercado de trabajo», pues, según sus cálculos, la subida que ha experimentado desde 2018 ha provocado la destrucción de 105.800 puestos de trabajo y ha evitado la creación de 150.400 empleos.

«No sólo eso, sino que, de los 2,3 millones de trabajadores situados en ese tramo salarial, los más perjudicados por la sangría de empleo son, precisamente, los que más difícil tienen el acceso al mercado laboral, como los de baja cualificación, los jóvenes y las mujeres», concluye.

Fuente Original: El Economista

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