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Los fijos discontinuos apuntados al paro marcan récord y rompen la cota de los 700.000

Un año después de que estallara la polémica por la contabilidad de los trabajadores con contratos fijos discontinuos inactivos que se inscriben en un servicio público de empleo, pero no cuentan como parados, el Ministerio de Trabajo sigue sin cumplir su compromiso de desglosar y clarificar sus cifras. Ello a pesar de que los demandantes de empleo con relación laboral, la categoría donde se engloban a estas personas, sigue creciendo y ya supera la cota de los 700.000.

La cifra exacta son 700.501 demandantes. En el último año han aumentado un 21%, en lo que supone el menor incremento desde que entró en vigor la reforma laboral, aunque hay que tener en cuenta que entre octubre y noviembre de 2022 el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) revisó las cifras de inscritos bajo esta modalidad, que pasaron de los 303.559 en septiembre a los 575.746, lo que afecta a la comparativa de variación anual.

Esta corrección, debida a que las comunidades autónomas estaban registrando a miles de fijos discontinuos inactivos como parados registrados y no como demandantes con relación laboral provocó un terremoto político que llevó a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, a prometer que aclararía la situación de estos trabajadores. Casi un año después, y más allá de una filtración de datos parciales en forma de respuesta parlamentaria al PP, realizada desde el propio gabinete de Díaz, estos datos siguen sin conocerse. Aunque las estadísticas convencionales que publica el SEPE arrojan bastante luz sobre el asunto.

Los fijos discontinuos se han revelado como una modalidad de contratación indefinida especialmente volátil, hasta el punto de que ronda la de los eventuales propiamente dichos. Aunque el Ejecutivo insiste en que apenas suponen un 14% del total de los contratos firmados al mes y solo un 6% de los asalariados afiliados a la Seguridad Social, su pase a la inactividad supone la segunda causa de baja de afiliación tras el fin de un contrato temporal, que siguen suponiendo el 60% de los suscritos.

Por inactividad de los fijos discontinuos se entiende un periodo en el que el contrato se suspende porque la tarea a la que se vincula se interrumpe. Hasta que vuelve a ser llamado por la empresa, el trabajador (que al contrario de lo que ocurre con los temporales no recibe una indemnización por cese, ya que no se considera una extinción de la relación laboral) es dado de baja en la Seguridad Social. Durante ese tiempo, sus opciones son buscar otro trabajo o inscribirse como demandante de empleo y solicitar una prestación por desempleo, si ha cotizado lo suficiente para ello.

En este caso, aunque reciban una ayuda, no cuentan como parados, sino como demandantes con relación laboral, a diferencia de los demandantes ocupados, que se supone que son personas trabajando y recurren a las oficinas públicas para encontrar trabajo, aunque una gran parte lo hace por estar afectado por un ERTE.

Esta es la clave de la polémica: como el resto de los contratos indefinidos, los fijos discontinuos se han disparado tras la reforma laboral, pero sus particulares características hacen que muchos acusaran a Díaz de utilizarlos para maquillar no solo la temporalidad del empleo, sino las cifras reales de paro. La polémica de hace un año no hizo, sino reforzar estas acusaciones.

El hecho es que hoy hay 2,5 veces más demandantes de empleo con relación laboral que en noviembre de 2019, si bien las estadísticas han sufrido varios vaivenes en los últimos años por culpa de la pandemia. Entre 202 y 2021, los más de tres millones de afectados por ERTE se inscribieron indistintamente en las dos casillas de demandantes de empleo con trabajo, lo que generó bastante confusión entre los analistas.

Pero tras caer el número de regulaciones temporales de empleo y entrar en vigor la reforma laboral, los datos dejan claro el impacto de esta: mientras los demandantes ocupados han retrocedido (en línea con los ERTEs), los que tienen relación laboral se han disparado. Algo que solo se explica por el auge de los fijos discontinuos. Ahora bien: ¿se puede decir que maquillan el paro?

El extraño caso de Baleares

Existe una comunidad autónoma en la que esto parece incuestionable. Se tata de Baleares, donde en noviembre había 79.577 demandantes de empleo con relación laboral frente a 32.942 parados registrados. Es decir, más del doble. Es la única región española en la que esto ocurre.

No solo eso, entre octubre y noviembre los demandantes aumentaron en más de 47.000, un 144% mientras el paro se incrementó en apenas 1.300 personas, un 4,2%, pese al fin de la temporada turística. Y sin embargo, la afiliación al Régimen General cayó en ese mes en 86.000 asalariados medios, un 18,6%: el mayor descenso de todo el país.

Esta enorme discrepancia solo se explica por el pase a la inactividad de los fijos discontinuos, que son dados de baja a la Seguridad Social, pero se inscriben como demandantes con relación laboral y no como parados. De hecho, las islas son la única región en la que hay más personas cobrando el paro que parados. La tasa de cobertura, que mide la relación entre perceptores y parados que han cotizado supera el 136% de media en lo que va de año. Algo imposible si no fuera por los fijos discontinuos que cobran la prestación mientras están inactivos.

Pero en el caso de Baleares hay que tener en cuenta que se trata de la región donde, históricamente, más se ha utilizado la figura de los fijos discontinuos para el sector turístico. Se puede decir que la idea de la reforma laboral era extender el ‘modelo de éxito’ al resto del país, aunque su efecto real en términos de creación de empleo es cuestionable, como muestran los datos de afiliación.

Pero este ‘efecto Baleares’ no se ha trasladado con la misma contundencia al resto de España. La tasa de cobertura ha aumentado en todas las comunidades, pero en ninguna supera el 100%. Eso sí, el peso de los fijos discontinuos cobrando el paro se ha elevado sustancialmente.

¿Por qué se inscriben?

El SEPE no especifica cuántos perceptores de prestación contributiva son fijos discontinuos inactivos para cada comunidad autónoma, aunque sí lo hace a nivel nacional, y estos datos revelan que En octubre de 2023 (últimos datos disponibles) alcanzaban el 11% de los perceptores de prestaciones, cuando en 2019 eran el 3%. Han pasado de los 26.165 a los 85.122. Los porcentajes son más altos si analizamos las altas iniciales y las reanudaciones acumuladas en el año: suponen el 20% y el 13,6% respectivamente. En el mismo mes de hace cuatro años en el 8,6% y el 7,7%.

Pero pese a este incremento, las cifras muestran que solo un 13,5% de los demandantes con relación laboral cobran una prestación por ser fijos discontinuos inactivos, cuando en 2019 eran el 11%. Una evolución que lleva a preguntarse qué incentivo tiene para inscriben en los servicios públicos de empleo si no cobran una ayuda.

Una de las explicaciones es que estos trabajadores no se dan de baja como demandantes al volver a ser llamados por su empresa. El Gobierno sostiene que muchos de ellos lo hacen para beneficiarse de los servicios que reciben como demandantes, como buscar un empleo mejor, aunque la explicación puede ser mucho más prosaica.

Recordemos en primer lugar que los servicios autonómicos registran y clasifican las demandas de empleo, mientras el SEPE abona las prestaciones. Al contrario de lo que ocurre con los parados ‘propiamente dichos’, la demanda de una persona con relación laboral no se da de baja automáticamente al volver a trabajar como fijo discontinuo para la misma empresa porque no firma un nuevo contrato.

Aunque el SEPE sí retira la prestación, si la cobraba, al detectar la reactivación del alta en Seguridad Social, a efectos de demanda, y del servicio autonómico, se seguiría considerando que es alguien con trabajo que se inscribe para solicitar una mejora de su empleo. Solo se daría de baja si no renueva su demanda.

Pero aquí entraría la volatilidad de los fijos discontinuos: el trámite de renovar la demanda es trimestral, lo que lleva a que cuando les vuelve a tocar hacerlo, muchos de estos trabajadores hayan vuelto a pasar a la inactividad y se mantengan como solicitantes.

En cualquier caso, la complejidad del sistema, que engloba a dos niveles administrativos (el estatal y el autonómico) hace que cualquier explicación sea una hipótesis hasta que el Ministerio de Trabajo publique los datos desglosados sobre la situación de los fijos discontinuos inscritos como demandantes. Un misterio que sigue sin resolverse cuando la reforma laboral está a punto de cumplir dos años.

Fuente Original: El Economista

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